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Mediación sobre Cataluña (II)
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Mediación sobre Cataluña (II)

Por Carlos González
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bergidahotmailes/7/7/15
martes 10 de octubre de 2017, 16:40h

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Ya sabemos que el Fondo de la mediación está en que manden unas élites políticas o las otras. Nuestro siguiente paso consiste en hablar con “Las partes”.

En este caso, a las partes que se presentan delante de nosotros poco podemos decirles. Ellos saben perfectamente de que va este conflicto. Los políticos del estado nos dirán que desean tomar decisiones para el conjunto de los españoles, y que cuando van a negociar a Bruselas o a Washington no es lo mismo que lo hagan representando a seis millones más o menos de ciudadanos o de consumidores. Las élites políticas catalanas, obviamente, nos dirán que ellos quieren negociar sus propios asuntos. Y con una lógica aplastante nos dirán, “Como quiere hacer cualquier persona, empresa, o pueblo en este mundo”.

Nosotros sabremos que esto es lógico, no tenemos más que comprobar que cuando se gestionó la visita del Papa a Valencia, quién lo gestionó fue el estado Español, y las empresas que se llevaron los contratos, -“Gurtel” incluido- fueron de todo el estado. Cuando se gestionó las ITVs catalanas, quién participó en la contrata, parece que fue el Secr. Gene. de CIU, el hijo de Jordi Puyol –ya sabemos también cuál fue el resultado y quién se llevó las comisiones-.

Siendo estos los asistentes poco podemos decirles. Quizá podamos apelar a sus corazones si les hacemos reflexionar sobre los efectos que tendrá en sus poblaciones, porque ellas serán las que paguen las futuras consecuencias. En fin, ya veremos que nos contestan y con ello sabremos qué efecto les producen nuestras palabras. También podemos apelar a lo que ellos mismos pueden perder o ganar en el envite, pero creo que es tiempo perdido. Los políticos del estado nos dirán que no pueden pactar y ceder porque solo les queda perder –y esto es totalmente cierto, porque solo saldrán de la mediación mandando y administrando equis ciudadanos y millones en presupuesto menos que antes- y que pretenden mantenerse como están. Los catalanes, por el contrario, nos dirán que solo pueden ganar. En estos momentos tienen lo que tienen, y si consiguen el poder absoluto sobre esos territorios, pues eso ganan a mayores. Y nosotros también tenemos que estar de acuerdo en que siempre, si triunfan, saldrán ganando. Ganando ellos como grupitos de élites, no los ciudadanos, que tras el conflicto terminarán perdiendo sea cual sea el resultado. Como siempre.

Visto lo anterior, lo que comprobamos claramente al actuar como mediadores imparciales y de buena fe, es que casi nada podemos hablar con las partes excepto llamarles a la reflexión de qué pasará con los ciudadanos a los que representan y a los que, irremisiblemente, les afectará, y muy mucho, las consecuencias de estas decisiones políticas. Ellos siempre tratarán de convencernos de que eso es lo que quieren las personas a las que representan.

También podíamos hablarles de las consecuencias de un fracaso para sus propias personas y lo que les afectará profesionalmente o en sus propiedades. Nosotros ya sabemos que eso es lo último que afecta a ambos. Terminado el conflicto si sale bien serán unos héroes y se apropiarán de los máximos bienes o privilegios posibles. Si pierden ellos se irán a Suiza con lo último que puedan arramblar, como ha sucedido siempre. Luego con este argumento no vamos a conseguir que modifiquen sus decisiones o que encaminen la negociación a otros supuestos o con otros posibles resultados. Por ahí no podemos seguir.

¿Por dónde debemos continuar entonces? Pues por hacer saber a sus representados lo que se está cociendo. Lo que debemos hacer es implicar a todos los ciudadanos, mediante todos los medios de comunicación, para que sepan cual es la situación del conflicto. Al hacerlo público lo que provocamos es que existan los mayores y mejores mecanismos de trasparencia. Los políticos de ambos bandos dejan de ser ambiguos porque les obliga a explicar las consecuencias. De esta forma todos sabremos qué es lo que tenemos delante y nos obligará a manifestar nuestra opinión al respecto.

Bien, bien, hablemos a las distintas poblaciones, a los catalanes y al resto de españoles.

Ese será nuestro siguiente paso en esta medición profesional.

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