Hoy es el Día Mundial del SIDA y un gran despliegue de medios han querido formar parte de la campaña que cada año, alrededor del mundo, trata de concienciar sobre esta grave enfermedad: prevención, ayuda y solidaridad son los tres preceptos básicos.
Pero, ¿qué es el SIDA?
SIDA son las siglas con las que se conoce al Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida y la padecen personas que previamente se han contagiado de VIH (virus de inmunodeficiencia humana). El SIDA llega cuando el organismo de la persona seropositiva es incapaz de crear células inmunes contra las infecciones. Sin embargo, no todas las personas infectadas con el VIH son seropositivas (es decir, padecen SIDA); sólo aquellas cuyo nivel de linfocitos (las células que se encargan de combatir el virus) es inferior a 200 células por mililitro de sangre.
La forma en la que se transmite, por fluidos corporales (sangre, semen, secreciones vaginales o leche materna), hace que sea una de las peores ETS (enfermedades de transmisión sexual) que existe. No se transmite sin embargo a través de la saliva tal y como muchas leyendas urbanas afirman, pues la concentración del virus en este fluido es mínima. Sin embargo hay que tomársela muy en serio porque hoy en día, aunque sus efectos sobre el individuo pueden paliarse, es incurable.
¿Cómo puedo prevenir el SIDA?
Este es un punto controvertido de nuestro artículo, pues aquí no todos se ponen de acuerdo: estudios científicos dictaminan que el preservativo de látex es el método más fiable contra esta enfermedad con un 95% de efectividad, pues al ser un anticonceptivo que no permite el contacto entre los órganos genitales, hace prácticamente imposible el contagio. Sin embargo, otros sectores más conservadores defienden la abstinencia sexual como método para no contagiarse.
Dependiendo del tipo de relación sexual que mantengamos tendremos más o menos riesgo de contagiarnos de este virus. La penetración es la forma más fácil de contraer este virus, siendo el sexo anal el de mayor riesgo, por delante del sexo vaginal. También, aunque a día de hoy no está demostrado y el riesgo es muchísimo inferior, podemos contagiarnos por practicar sexo oral sin protección. La conclusión que podemos extraer de este apartado es que para prevenir tanto el VIH como el SIDA lo que debemos hacer es tener una vida sexual segura utilizando métodos como el condón de látex, tanto masculino como femenino. En los países del Tercer Mundo además, son numerosas las campañas de concienciación de la población así como el reparto de material médico esterilizado en los hospitales, ya que por la precaria situación económica que padecen hay zonas en las que las jeringuillas tienen que utilizarse una y otra vez.
Ayuda contra el SIDA Hablar del SIDA no es ningún juego, pues esta enfermedad está considerada la peor pandemia que sufre el ser humano desde la Peste Negra. Según la Organización Mundial de la Salud esta enfermedad ha segado la vida de 25 millones de personas desde que se descubrió en 1981, y actualmente hay unos 34 millones de enfermos de SIDA alrededor del mundo. Sin embargo hay una gran diferencia entre los países ricos y los subdesarrollados; si al primer grupo se le aplica una tasa del 2% de la población con esta enfermedad, en los países subdesarrollados la tasa asciende hasta situarse en torno al 20%, donde el peor drama lo encontramos en los países del sur de África que ronda el 50% de la población total.
La ayuda contra el SIDA viene en forma de medicamentos llamados antirretrovirales, cuyos compuestos son capaces de frenar el avance del SIDA dentro del organismo y convierten al virus en una enfermedad crónica usual, lo que permite al paciente llegar a tener una vida larga y cotidiana. Siempre y que el paciente sea del Primer Mundo, por supuesto; el coste medio de estos medicamentos a un español es de unos 500 euros al mes. Sin embargo, y aunque el precio de estos mismos medicamentos ronda en torno a los 5 euros en las zonas más pobres no deja de ser prohibitivo para el enfermo en países como Kenia, Uganda o Botsuana.
Solidaridad: no estás solo
Los humanos pecamos de crueldad y despotismo demasiado a menudo; no tenemos problema alguno en humillar al que es diferente por alguno u otro motivo. Que si lleva gafas, que si es negro, que si es homosexual… tendemos a olvidar que todos somos lo mismo, independientemente de lo bien que funcionemos. Ser un enfermo de SIDA es una situación difícil y muchas veces la sociedad olvida que hay que comprenderlos y apoyarlos cuando más lo necesitan. La depresión es una consecuencia común del SIDA ante el rechazo que sentimos por este colectivo, al igual que siglos antes lo sintieron nuestros antepasados por las víctimas de otras epidemias como la lepra o la tuberculosis. Muchos de estos enfermos se consideran a sí mismo “apestados” y se aíslan del resto de la sociedad, lo que resulta contraproducente para ellos mismos y para sus familiares. Si rascamos un poco por el mundo de la Red no tardaremos en encontrar testimonios de enfermos de SIDA de todas las índoles.
En HoraPunta hemos decidido rescatar algunos de estos para dar a conocer un poco más el otro lado de la situación: la de las víctimas. Los testimonios que se narran a continuación están tratados con todo el respeto que merecen y permanecen en el anonimato, pues no todos están dispuestos a hablar de ello abiertamente.
"Fui infectada hace ocho años y medio por mi marido (muerto en junio de 2000), por un accidente relacionado a las drogas del que no me gusta hablar. No pude evitar el contagio de mi hija menor porque en aquella época ni se conocía esa posibilidad.”
"Hace 11 años, supe que tenía VIH/SIDA. En esa época la discriminación social era mucho más grave que ahora y la información sobre la enfermedad mucho más escasa. Inclusive yo no conocía a nadie que viviera con el virus. Por eso lo primero que sentí fue miedo y mucho dolor. Pensé que moriría pronto”
"Soy seropositivo desde hace 10 años, tengo novio desde hace nueve, somos felices y llevamos una vida normal. Fuimos rechazados pero eso ya no me afecta para nada. Peor para ellos. Los que me quieren lo saben y me aceptan, es lo que me importa. Me costó mucho vivir con el VIH pero es posible vivir con él”
"Occidente tiene pánico al sufrimiento. El invierno pasado estuve un mes en un poblado remoto del África negra donde había un 30% de gente infectada y en la clínica los pacientes cantaban al amanecer dando gracias por la vida. En el mundo desarrollado sólo parecen importar las personas útiles, como si su dignidad fuese secundaria".
"Soy seropositivo. Lo sé desde hace siete años. A pesar del apoyo psicológico que me dieron antes del examen, al recibir la noticia fue como si se abriera la tierra a mis pies. Vivía solo, no quería contarle a mis amigos. Llamé a mi ex pareja para avisarle, no pude evitar un tono de imprecación, pues yo sabía que había sido fiel y la contaminación me vino por él. ¿Después, a quién decirle? ¿Con quién compartir mi soledad y mi pánico? Llamé a mi madre y junto a ella hablé con el resto de mi familia.”
Estas son sólo cinco de las miles de opiniones que hemos encontrado a lo largo y ancho de la Red. Cinco opiniones que pintan con un color nuevo el lazo rojo que simboliza el Día Mundial del Sida del color de la esperanza.
¿Te ha parecido interesante esta noticia? Si (1) No(0)