La Copa Davis es la competición de tenis por equipos más importante gracias partidos como el que ha disputado David Ferrer contra Juan Martín del Potro. El tenista de Jávea ha luchado durante cuatro horas y cincuenta minutos contra el número uno del tenis argentino y ha conseguido salir victorioso. El resultado final de 6-2, 6-7, 3-6, 6-4 y 6-3 es el más claro ejemplo de lo difícil que puede resultar un duelo de esta exigencia, incluso cuando se juega en casa, en el estadio de La Cartuja de Sevilla, y sobre la superficie que más éxitos a brindado al tenis nacional.
El tenista español empezó con la máxima intensidad el partido, y se llevó el primer set con facilidad al romper en dos ocasiones el servicio del argentino. Pero en el segundo set la situación comenzó a cambiar. En el tie break, tras varios fallos del español, Del Potro conseguía el primer set de la eliminatoria para el equipo argentino. Su buen momento continuó en el tercer set, donde su potente servicio y una serie de errores no forzados por parte de Ferrer le permitieron tomar las riendas del partido. No pintaba bien el encuentro para el valenciano, no conseguía mover a Del Potro y un tenista de su nivel no suele desaprovechar los momentos de flaqueza de sus rivales. Pero si por algo es conocido David Ferrer es por luchar hasta la extenuación cada punto, de cada juego, de cada set. Sin lugar a dudas, Del Potro ha plantado cara hasta el final, pero en este deporte es necesario ser superior no solo física, sino mentalmente, a tu rival para doblegarlo.
Ferrer no perdió la confianza en sus posibilidades en ningún momento, aguantó los mejores momentos del argentino y demostró una vez más que la fe puede mover montañas, incluso las que toman forma de tenista de prácticamente dos metros de altura. Incansable, devolvió uno tras otro todos los misiles que le enviaba desde el otro lado de la pista el argentino, la defensa como el mejor ataque. Entendió, ayudado por los consejos de su capitán Albert Costa y sus compañeros de equipo, que su revés cruzado dejaba los puntos en bandeja de plata a su rival y decidió confiar en su paralelo, haciéndo sudar a Del Potro más de lo que está acostumbrado. Y en el momento preciso, en los dos últimos sets, cuando las piernas empezaban a pesar, mantuvo la calma, rompió el servicio del argentino en tres ocasiones y sumó el punto que ha de dar un poco más de tranquilidad a Verdasco y Lopez en el partido de dobles.
Desde el lateral de la pista, Nadal animaba a su compañero, orgulloso, con el deber cumplido en el partido anterior. Su rival y amigo Juan Mónaco se vio superado por las circunstancias, por el ambiente, por ser su primera final de Copa Davis y, sobre todo, por enfrentarse al número dos del mundo en la actualidad y uno de los mejores tenistas de la historia. Rafa Nadal hizo lo que mejor sabe hacer: golpear una y otra vez el ánimo de su adversario. Su drive y su revés volvieron ser los de siempre tras la decepción en el Masters de Londres. El resultado final: 6-1, 6-1 y 6-2. No hubo lugar a sorpresas ni errores. Nadal solo cedió cuatro de los veintidós juegos que se disputaron, sin ningún servicio perdido y con la solidez y agresividad a las que nos tiene acostumbrados. Sencillamente, Mónaco no fue rival. Lo más importante es que tras un partido de trámite, el manacorí llegará al que se antoja definitivo encuentro frente a Del Potro con dos horas y media de esfuerzo menos en sus piernas. Una jornada redonda el equipo español.
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