A veces no se trata de una cuestión de dinero, pues la barrera reside en la obligación de mostrar un documento de identidad que nadie en la fila ha tenido que enseñar previamente. "Procuro no salir de copas para no tener problemas, porque mis amigos me cuentan que en este tipo de locales les exigen el DNI", asegura Ass, un senegalés de 33 años que lleva cuatro residiendo en Madrid, donde trabaja con personas mayores.
Él y Jorge, doctorando en Física peruano, forman una de las parejas que este pasado fin de semana ha desplegado SOS Racismo en cinco ciudades españolas para realizar un test de discriminación por motivos étnicos en el acceso a locales de ocio nocturno.
- Hay que pagar entrada.
- Es necesaria una invitación.
- Tienes que estar en la lista.
- Fiesta privada: ¿me enseñáis la pulsera?
- No podéis pasar. Son órdenes del jefe, es lo que hay...
En el mejor de los casos, entran, pero el peaje es de diez o quince euros sin consumición, mientras que los blancos pasan gratis. Si el local cobra a todos los clientes, al desembolso hay que sumarle un recargo de cinco euros sobre el precio convencional.
Para certificar que las razones por las que les impiden el acceso o les hacen pagar una entrada son racistas, una pareja de control, formada por españoles, accede previamente a los establecimientos.
El resultado es desalentador: cuatro de cada diez discotecas deniegan el acceso o exigen requisitos sólo a los extranjeros, lo que ha llevado a la organización a denunciar "un uso incorrecto y abusivo del supuesto derecho de admisión".
Como la frontera es difusa y las excusas abundan, las parejas han esmerado su vestuario para evitar otras posibles causas de discriminación. Dado que el club no está lleno ni ha superado el horario de cierre y la pareja de turno es mayor de edad, no ha consumido alcohol, se comporta de manera educada, no porta armas, está dispuesta a abonar la entrada y va hecha un pincel, la conclusión es clara: la diferencia de trato responde exclusivamente a sus rasgos físicos. Sin embargo, rara vez hay una negativa explícita sino que se enmascara con las excusas más peregrinas, como el socorrido "aquí no se entra con zapatillas".
Excepto en Madrid, los resultados del test reflejan que son frecuentes: A Coruña (dos establecimientos de cinco negaron el acceso), Donostia (uno de cuatro), Barcelona (tres de cinco) y Zaragoza (uno de nueve, si bien la responsable de la prueba matiza que la afluencia a los locales de ocio resulta tan baja que no suele haber objeciones).
"La denegación no se expresa de manera explícita sino que se esconde bajo una serie de excusas habituales", explica Mikel Mazkiaran, secretario general de la federación estatal de SOS Racismo, presente en la prueba realizada en Donosti. Comunes, pero absurdos, como el pretexto que le espetaron a un senegalés en un club ubicado en La Rambla: "A la discoteca no se viene solo".
"Es necesario contar con instrumentos legales eficaces para denunciar estos abusos, por lo que reclamamos al Gobierno una ley integral para la igualdad de trato y la no discriminación", añade Mazkiaran, quien hace un llamamiento a las autoridades locales para que controlen a los locales y eviten estas prácticas.