Tras el primer temblor de 6,7 grados, pocas horas después tuvo lugar una violenta réplica de una magnitud de 6,2 que se produjo a unos 46 kilómetros de profundidad.
La mayoría de las muertes se registraron en la isla de Negros, en el derrumbe de casas en la ciudad de Guihulngan. Alrededor de veintinueve personas murieron en un deslizamiento de terreno que tuvo lugar a raíz del terremoto, indicó el coronel Francisco Patrimonio.
Patrimonio, el portavoz militar, ha advertido además de que la cifra de fallecidos podría aumentar, ya que ni siquiera hay un recuento preliminar de heridos y además a alertado acerca de los saqueos que se están produciendo.
El sismo provocó el derrumbe de algunos edificios, daños en rutas y puentes y cortes de electricidad en las islas más cercanas al epicentro, indicaron las autoridades.
Además, el temblor también rompió cristales y causó fisuras en paredes de edificios en las ciudades de Cebu (la segunda más habitada del país) y San Carlos, en la isla de Negros, pero ninguna estructura se derrumbó, indicó Benito Ramos, jefe de la oficina de defensa civil.
A pesar de todos estos daños el centro de alerta de tsunamis del Pacífico, con sede en Hawai, indicó que no hay peligro de maremoto, por lo que, dentro de la gravedad, da un leve respiro a la población filipina.