Bruselas exige a España que apruebe, a la máxima brevedad posible, las medidas que se encuentran pendientes, pese a su posible efecto negativo para el partido gobernante en cuanto al calendario político.
El Gobierno de Rajoy vio truncado su primer San Valentín en el poder, ante la repulsa europea de su programa de reformas. Sin embargo, no hay motivo para alarmarse; el propio Oli Rehn, vicepresidente de la Comisión y responsable de Asuntos Económicos, asegura que la situación no es tan grave como para multar a España.
El toque de atención presiona a Rajoy para que presente los presupuestos de 2012 antes de que finalice el mes de marzo, es decir, insta al Gobierno español a que no haga más cribas sobre el calendario político, para paliar los efectos negativos que sus medidas puedan tener sobre el mismo, cuya primera fecha importante son las elecciones andaluzas.
La polémica llegó durante la jornada del martes, de la mano de la agencia Reuters, que aseguraba que Rajoy demoraba los ajustes por razones electorales y, además, había inflado el déficit de 2011.
Moncloa no tardo en desmentir el teletipo, que dejaba entrever que el Ejecutivo de Rajoy se atribuiría un mérito mayor que el conseguido, mintiendo a los ciudadanos con consecuencias desastrosas.
Oli Rehn, en cambio, aseguraba que "algunas informaciones que sugieren que medidas que todavía no existen podrían considerarse insuficientes y conducir a sanciones no se basan en hechos sino en la imaginación. Son incorrectas y engañosas".
La sombra de la duda
Desde que Mariano Rajoy tomase el poder del gobierno español, muchos han sido sus apoyos, pero más sus detractores, incluso en la prensa más cercana a la línea ideológica del Partido Popular.
El 10 de enero, se podía leer en El Mundo: “Es lógico que muchos ciudadanos que votaron al PP el 20-N se pregunten a estas alturas si para este viaje se necesitaban alforjas”. Tan sólo diez días después, el periódico aseguraba que “José María Aznar está expresando la preocupación de un amplio sector del electorado del PP, sorprendido por la subida de impuestos y perplejo porque se vislumbra la posibilidad de que el impulso de reformas de Rajoy sea demasiado light”.
Federico Jiménez Losantos, exlocutor de la COPE, ponía la puntilla el 23 de enero, diciendo que “si algo está demostrando el PP es que no tienen ningún plan (…) Después de un mes, ni hay vicepresidencia, ni hay De Guindos, ni el Gobierno tiene un plan, ni Montoso es capaz de explicarse o explicárnoslo”.
El articulista aludió a que, como dije el mismo día de las elecciones tras conocerse el resultado, no ganó el Partido Popular en las urnas, sino que fue el Partido Socialista quien perdió: “el Madrid va líder y el PP ha obtenido mayoría absoluta, pero los seguidores y los votantes populares están que trinan”, “sin la debacle económica de ZP y el candidato Rubalcaba, habría pasado como lo de este Madrid-Barça: renunciar al fútbol, defraudar a la grada y perder. En 2011, el PSOE se metió tantos goles en propia meta que el PP no tuvo más remedio que ganar, pero el Barça no es el PSOE. En el Bernabéu no caben maricomplejines”.
Carlos Cuesta también mostró sus dudas sobre el plan económico “trazado por un Partido Popular que hace más de un año sabía que llegaría al Gobierno”. También desde las páginas de El Mundo, Isabel San Sebastián dudó de la honestidad del Gobierno de Rajoy, ya que, en relación al déficit, no se cree “que los del PP no olfatearan el hedor de la mentira en las cifras facilitadas por los despachos del zapaterismo”. Y es que según San Sebastián, Mariano Rajoy ha dado “una patada al pacto que se establece entre el elector y elegido”.
“¿Y si Rajoy acabara siendo una fotocopia de Zapatero?”, se preguntaba a comienzos de enero Carlos Alsina en La Razón. El presidente no se ha librado ni siquiera de las críticas en ABC, donde dictaminan que “después del fulminante impuestazo, el Gobierno parece haberse quedado sin ideas y anda mareando la perdiz a tumbos, como si le costase tomar posesión afectiva del poder”.
Julio Ariza sorprendía en La Gaceta, aludiendo a que “en otra época no muy lejana se confundió el consenso con el talante y así nos fue”.
¿Ha perdido Rajoy el apoyo de la derecha mediática?
Por último, recogemos las palabras de Carmen Tomás en La Gaceta, donde, nostálgica, enjuicia que “se echa de menos una explicación más allá de pedirnos un esfuerzo más (…) Creo que en general los españoles estamos por la labor de sacrificarnos más, pero también queremos ver que este llegue a todos”.