Las innovaciones tecnológicas y la crisis de identidad de la prensa están sobrepasando a una profesión que necesita desarraigarse de las tradiciones para poder subirse a la ola de la era digital.
La forma de comunicarse no es la misma que la de hace apenas una década, algo que también ha afectado a la forma de informar, sobre todo a través de la red. A continuación, ofrecemos una serie de claves para entender cómo funcionan los medios en esta nueva era llena de unos y ceros.
1. La información, al instante
Ya no vale con esperar a bajar al quiosco cada mañana para informarse. El periódico impreso se ha convertido en un lujo de fin de semana, relegado a formato de fondo para aquellos que quieren ahondar en los principales temas de actualidad. Los consumidores de noticias quieren la información aquí y ahora.
2. La información, a través de la red
Dos de cada tres personas acuden a primera hora a Internet para informarse. La red se ha convertido en la primera fuente de información, incluso por encima de la televisión, pues permite hacer una lectura general de lo que está sucediendo en pocos segundos.
3. El paradigma de las redes sociales
Un reconocido estudio del proyecto internacional “Journalism Students Across the Globe: Identity and Challenges in a Changing Enviroment”, ha desvelado que hasta los propios estudiantes de periodismo consultan las redes sociales antes que los medios digitales para informarse. Facebook le gana la batalla a Twitter en este sentido, aunque los expertos alertan que esta no es la forma más fiable de informarse, ya que las noticias no pasan por el filtro de un medio o un profesional.
4. El primero en informar gana
O eso es lo que impone la red. Parece que la calidad del contenido va en detrimento, a la par que la rapidez se ha convertido en clave esencial para que el medio tenga más visitas o mayor notoriedad.
5. La hegemonía de los smartphones
Todo medio digital o blog que se precie ha podido comprobar en sus estadísticas cómo el tráfico ha virado del ordenador al móvil. Los teléfonos inteligentes se han convertido en una extensión de nuestra mano y eso nos ha llevado a utilizar estos dispositivos no sólo para llamar o chatear, que también, sino también para informarnos.
6. Cada vez consumimos más información
Y no precisamente a través de los periódicos impresos ni la televisión. El “Digital News Report” de Reuters Institute asegura que el tiempo que consumimos información a través de los teléfonos inteligentes y tabletas crece de forma constante, frente a la caída del resto de formatos.
7. Hacia la personalización
Ni los filtros ni los algoritmos pueden evitar que una información no llegue al usuario. Siempre habrá un perfil amigo o una página asidua por la que acceder a él. Por ello, no resulta extraño el aumento significativo de agregadores de noticias y el intento de una mejor experiencia de los gigantes tecnológicos (Facebook, Twitter y Google), para fortalecer la relación entre los usuarios y su acceso a la información.
8. Los profesionales no pueden ser reemplazados
Ya sea mediante agregadores de noticias, o a través de perfiles sociales, la figura del editor sigue siendo tan importante como la del redactor. Cualquiera no sirve para tratar la información de la misma manera que un profesional del mundo de la Comunicación. Por ello, sea cual sea el formato y las novedades de la era digital, siempre hará falta esta figura.
9. El contenido manda
Después de la inmediatez, tal y como hemos visto en el primer punto, el contenido manda. Los artículos mejor recibidos en las redes sociales son las “listicle” y los “why-posts”, tal y como recogimos hace algunas semanas en Digidint, por lo que los medios no se especializan en algún tema en concreto, sino que tienden a mezclar y a ofrecer contenidos más elaborados y, sobre todo, más audiovisuales y con capacidad de viralización.
10. Los lectores no están dispuestos a pagar
A pesar de que el costo de la distribución de contenidos en la era digital es ínfimo, hay una serie de profesionales detrás que elaboran contenidos y se ocupan de que el medio vaya por el buen camino. Por ello, sin nadie dispuesto a pagar por la información, las posibilidades se reducen, al igual que la capacidad de investigación, medios de producción, etc. Es este último punto el que de verdad guiará el futuro de la información hacia derroteros aún inexistentes.