La ministra francesa de Justicia, ChristianeTaubira, previno el miércoles pasado a la derecha contra “los escupidores de odio” y luego citó de memoria unos versos de la canción escrita en 1886 por Jean-BaptisteClément para rendir homenaje a la Comuna de París.
En ese instante, a las puertas del Palacio de Bourbon estaban cientos de integristas católicos rezaban y protestaban “Taubira, cabeza de rata” y “Taubira a Cayena”, y al mismo tiempo en Lille y en Burdeos se registraban dos ataques contra homosexuales, extendiéndose así la violencia a las provincias tras la brutal paliza que recibió la semana anterior una pareja gay en la ciudad del amor.
Escuchar los magistrales discursos de Taubira defendiendo la ley que llevará su nombre como un simple avance del lema que inspira la República ha sido un placer para sus compañeros de partido y para muchos observadores neutrales, pero cuanto más sensata, lírica o republicana se ponía la ministra de Justicia, más se exacerbaban los ánimos de los diputados de la Unión por un Movimiento Popular (UMP), y más subía la tensión homofóbica en las calles y las iglesias.
Desde el otoño pasado, la cruzada contra el matrimonio gay impulsada desde los obispados franceses ha ido sumando efectivos, y hoy aglutina a un colectivo tan heterogéneo como para romper las fronteras entre el centroderecha y la extrema derecha pues militan movimientos integristas tales como Civitas; obispos y curas más o menos tradicionalistas, neonazis y cargos electos de la derecha moderada, dirigentes y militantes del Frente Nacional, exmilitares y simpatizantes de la vieja OAS, el grupo terrorista contrario a la independencia de Argelia, de inspiración fascista.
Al principio nadie le dio mucha importancia a la contestación, pensando quizá que la fuerza de los números en el Parlamento y el tradicional respeto de la derecha francesa por los valores de la República acabarían por reducir su impulso y su fe.
Pensaban que si en España, el país vecino ex franquista y católico, la ley del matrimonio gay se había solventado sin violencia y hoy se aplica en plena normalidad constitucional, la laica y docta Francia no podría ser menos, pero curiosamente, ha sido completamente al revés.
En las últimas tres semanas, a medida que el obstruccionismo de la UMP iba perdiendo eficacia en el Parlamento, el movimiento callejero Manifpourtous, liderado por FrigideBarjot, iba radicalizándose cada vez más hasta generar incidentes y protestas diarias a lo largo y ancho del país, una evolución que la ministra de Justicia Taubira define como “un mal spaghetti western”.
Barjot, en un intento de tomar distancia frente a los violentos, ha pedido a Interior que identifique a los violentos, y tras meses de complaciente connivencia denunciada por los activistas gais, los antidisturbios han empezado a atajar los incidentes y los insultos homófobos, visibles sobre todo en los aledaños de la Asamblea Nacional y en las redes sociales.
Según cuenta la periodista Judith Silberfeld, militante y cofundadora del diario digital Yagg, “los insultos y los ataques en Twitter y en la calle son cada vez más habituales”.
Hasta el sábado, la policía había realizado ya dos centenares de arrestos. El jueves, François Hollande condenó por fin los “actos homófobos y violentos” y la derecha decidió olvidarse del debate que ya da por perdido y llamar directamente a la gente a salir a las calles.
Varios diputados llegaron a las manos después de que un parlamentario de la UMP enarbolara una bailarina perdida por una manifestante para quejarse de la violencia policial y demostrar que la protesta no es cosa de ultras sino de “jovencitas”.
Y el jueves, un compañero de partido poco conocido, PhilippeCochet, se hizo famoso en unos segundos al acusar a los socialistas de querer “asesinar a los niños”, al permitir que sean adoptados por homosexuales.
El líder de la UMP, Jean-François Copé, ha atribuido los altercados a “grupúsculos” de extrema derecha. La Iglesia sigue diciendo que la ley es indefendible y guarda silencio sobre el clima de homofobia que destila el país.
Y para finalizar, este domingo, dos manifestaciones, una a favor y otra en contra de la ley, recorrerán París.
Desde Hora Punta lamentamos profundamente el nivel de intransigencia e intolerancia que se demuestra desde todos estos grupos homófobos.