La tasa de asesinatos en El Salvador supera siete veces el número de muertes base de una epidemia
El Salvador se posiciona, dentro de la ola violencia en la que está sumido el país, en el segundo puesto del ranking de países más peligrosos de América, solo superado por Honduras. Con una media de 12 asesinatos al día y una tasa de 69 asesinatos por cada 100.000 habitantes, el número de homicidios supone siete veces lo que la Organización Mundial de la Salud considera una epidemia.
En los últimos 19 años se han registrado ya 74.000 homicidios comparables en número a los 75.000 cometidos durante los 12 años de guerra civil (1980-1992). La diferencia es que las razones para matar han dejado de tener un carácter político como el de esos años de guerra. Ahora se impone el imperio de las maras, pandillas criminales que establecen lazos cada vez más profundos con el tráfico ilegal de droga de los cárteles mexicanos y colombianos.
El poder de estas organizaciones llega al control total de algunos territorios que el Estado se ve obligado a “reconquistar” con unidades del Ejército y la policía. La situación ha llegado a tal extremo que se considera ya como una nueva guerra en la que, al igual que en la pasada guerra civil, se encuentran cadáveres abandonados en calles poco transitadas así como en montes o cementerios ilegales.
Así, desde 2006 la cifra de cadáveres hallados en cementerios clandestinos se eleva a 513 cuerpos, 100 de los cuales han sido recuperados en los últimos dos años en ciudades como San Salvador, Colón, Quezaltepeque, La Libertad, Ciudad Arce, Sacacoyo, Panchimalco y Rosario de Mora, todas ellas “puntos calientes” del conflicto. De estos 513 hallazgos se extrae un dato desolador, y es que un 95% de los cuerpos son de personas menores de 17 años y un 85% de ellos son mujeres.
En esta ola de violencia imperan los secuestros express, las desapariciones, el asesinato por falta de pago de rentas o impuestos (extorsión a pequeñas empresas y a rutas de transporte público), la tortura y el asesinato por traición a la mara y el asesinato a testigos en procesos judiciales contra mareros.
Frente a esto, todas las medidas resultan insuficientes, puesto que según un informe de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, el país centroamericano gasta una media de 2.100 millones de dólares anuales en seguridad, lo que supone un 10,8% de su Producto Interior Bruto (PIB). Por otro lado, el documento recoge otro tipo de informaciones, como el dato de que las empresas privadas establecidas en El Salvador invierten un 7,7% de su presupuesto en seguridad, sobre todo en el pago de vigilantes privados. De este modo, frente a los 21.140 vigilantes que existen en el país, el número de policías se limita a los 16.000 miembros.
El presidente, Mauricio Funes, muestra su preocupación ante la situación que se vive en su país, admitiendo las dificultades de su gobierno, con un gran déficit presupuestario, para combatir la delincuencia de las maras, ya que las grandes empresas no se prestan a cooperar con un fondo especial y transitorio que podría proveer de recursos a la policía y al ejército, cuyo número de miembros dista muy poco del número de integrantes en el cuerpo de policía.
Mientras tanto, el subdirector y jefe de investigaciones de la policía salvadoreña, Howard Augusto Cotto, informa de que se están realizando importantes avances desde la policía en el combate contra el crimen organizado y el narcotráfico, al haberse realizado con éxito operativos contra jefes de pandillas gracias a una buena labor de investigación. Además, según Cotto, se está llevando a cabo un proceso de depuración tanto en la policía como en el ejército, al investigar posibles involucraciones de agentes y militares en este tipo de bandas.
El Premio Nobel De Economía 2011 recae sobre dos académicos estadounidenses
Los estadounidenses Tomas J. Sargent y Christopher A. Sims son los afortunados que consiguen este año el premio nobel de economía gracias a sus “investigaciones empíricas respecto a las causas y los efectos a nivel macroeconómico” de las decisiones de política económica.
Ambos doctorados en Económicas por Harvard, se posicionan como sucesores de los también estadounidenses Peter A. Diamond y Dale T. Mortensen, galardonados en 2010 junto al británico chipriota Chirstopher A. Pissarides.
Los métodos de análisis desarrollados por los dos premiados, se basan en “la relación causal entre la política económica y las diferentes variables macroeconómicas, tales como el Producto Interior Bruto (PIB), la inflación, el empleo y las inversiones”. Tales métodos posibilitarían responder a preguntas como “de qué forma el PIB o la inflación se ven afectados por un incremento temporal de las tasas de interés o por una reducción de impuestos” o “qué sucede si un banco central modifica sus objetivos de inflación o un Gobierno modifica sus objetivos de equilibrio presupuestario”, según un comunicado de la Academia sueca.
Según recoge este comunicado, los métodos de Sargent y Sims permiten identificar las relaciones causales entre economía y política o la influencia del sector privado en relación con la actividad económica futura y las decisiones políticas sobre los salarios, el ahorro y las inversiones. Asimismo, analizan la influencia de las expectativas de evolución del sector privado sobre las decisiones en política económica.
Así, su trabajo permite “identificar estas relaciones causales y explicar el papel que juegan las expectativas”, lo que hace que sea posible “determinar los efectos tanto de las medidas políticas inesperadas como de los cambios políticos sistémicos”.
El Big Ben está inclinado casi medio metro
Como si de la Torre de Pisa se tratase, el Big Ben, el reloj más emblemático de Europa se encuentra inclinado unos 435 centímetros hacia el lado noroeste, casi medio metro. Después de que varios turistas se mostrasen sorprendidos ante la inclinación que mostraba la torre en sus fotos, un profesor del Imperial College de Londres, John Burland, confirma las sospechas en una entrevista concedida al Daily Telegraph.
Los aparcamientos construidos bajo el palacio, sus sucesivas ampliaciones y las obras del metro han acelerado el proceso de inclinación del Big Ben desde su construcción en 1858. Asimismo, en la Casa de los Comunes están formándose grietas que podrían atribuirse a este fenómeno.
De todos modos, según Burland, sería necesario tomar cartas en el asunto si el fenómeno de inclinación se acelerase todavía más, pero de momento la situación no es preocupante, ya que la inclinación anual estimada es de 0,9 milímetros y el ángulo trazado hoy en día es de 0.26 grados. Siguiendo este ritmo, el Big Ben alcanzaría la inclinación de la Torre de Pisa transcurridos unos 4.000 años.