Catorce años después de que las tropas españolas llegasen en enero de 2002 al convulso país asiático, Afganistán sigue siendo un quebradero de cabeza para España y sus sucesivos gobiernos. La maldición afgana se volvió a materializar con el salvaje asalto a la embajada de España en Kabul que causó la muerte de dos policías nacionales.