Si ya celebramos Halloween o la llegada de Papá Noel como si fuesen tradiciones propias, ¿por qué no íbamos a copiar también a los anti-premios de la gran pantalla para sacar los colores también a los nuestros?
Mientras ríen y aplauden sin sentido actuaciones que no ven, los figurantes enloquecen, y nuestro protagonista se enamora. ¿Podrá sobrevivir un hombre bueno a esta espiral sin sentido que es la vida?