El Museo Thyssen-Bornemisza abre sus puertas a una de las exposiciones del año, se trata de Realistas de Madrid, que acoge las obras de un grupo único, histórico y generacional que marcaron su propia postura frente al informalismo a través del realismo, el misterio y la ciudad.
A partir del 9 de febrero podemos disfrutar de la exposición Realistas de Madrid en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid. Se trata de una exposición dedicada al grupo único, histórico y generacional de pintores y escultores que vivieron y trabajaron en Madrid desde la década de los 50.
Este grupo tuvo vinculaciones en su formación, su trabajo y su relaciones personales y familiares y estuvo compuesto por siete artistas: Antonio López –que aportará obras inéditas y de reciente creación-, su mujer, María Moreno; el escultor Julio López Hernández –cuya obra está expuesta en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, en la exposición El Camino Inverso-, su mujer, la pintora Esperanza Parada; el hermano de Julio López Hernández, Francisco, su mujer Isabel Quintanilla y Amalia Avia.
Este grupo de realistas tuvo muchos factores artísticos en común, pero su principal nexo fue Madrid, Madrid como lugar de residencia, de formación y de trabajo y Madrid como protagonista de muchas de sus obras. Ahora, esta exposición reúne de nuevo al grupo por primera vez en los últimos veinticinco años y recupera al grupo como conjunto.
Realistas de Madrid nos ofrece la posibilidad de ver noventa obras –entre óleos, esculturas, dibujos y relieves- que se presentan en las salas del museo formando un diálogo entre los artistas; estas noventa obras rescatan los puntos en común de este grupo, tanto en la temática como en la forma, y nos muestran su postura frente al informalismo dominante de la época.
Las obras que podemos ver en esta muestra nos traen a un grupo consolidado con una poética común que se plasma en la visión de cotidiano, la presencia de los objetos y los espacios familiares y el halo de misterio, melancolía e intimidad que encierra el paso del tiempo, la presencia de la muerte y, en definitiva, el extrañamiento que trae estas obras.
El Museo Thyssen nos propone un itinerario temático que nos lleva de lo íntimo a lo público, un camino que comienza en los planos cortos y acaba en las grandes panorámicas de la ciudad. Este recorrido comienza con las naturalezas muertas de Isabel Quintanilla, María Moreno, Francisco López, Esperanza Parada y Julio López, para pasar a una sala de imágenes íntimas domésticas con obras tan importantes como Lavabo y espejo, de Antonio López o Taza de váter y ventana, de Amalia Avia.
La intimidad de las imágenes domésticas nos lleva al interior de la casa que, a través de largos pasillos inquietantes nos acerca a las ventanas que dan a espacios abiertos de parios y jardines, que prolonga el sentimiento de nostalgia del hogar.
Finalmente, llegamos a las esculturas de Julio López Hernández que nos proporcionan las vistas urbanas del exterior, de la ciudad, de Madrid, siendo testigo de la transformación que vivió Madrid hasta convertirse en una metrópoli moderna. El recorrido termina con la vista amplia de las panorámicas de Isabel Quintanilla, María Moreno y Antonio López; sin embargo, la guinda del pastel está en la obra de Antonio López, Ventana de noche, una obra de gran formato de reciente creación que destaca por su gran angular.
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