Con De Gea en la portería y los otros 10 esperados se presentó España en Toulouse. Lo hizo también con su sello: el toque. Todo gira en torno a eso en la selección de Del Bosque, que dominó desde el principio a la República Checa, replegada y lista para aprovechar cualquier error español. Y gira también en torno a Iniesta. El manchego, termómetro de España, jugó e hizo jugar, dando profundidad a un equipo que genera ocasiones cuando Iniesta saca la varita. De sus pies, y los de Silva, muy activo en la primera mitad, nacieron las primeras ocasiones. Las tuvo Morata, hoy poco acertado ante un gran Cech, que le dejó sin gloria con dos paradas sobresalientes.
Del Bosque, fiel a sí mismo, fue cambiando pieza por pieza: renovando el ataque con Aduriz y buscó mayor desequilibrio con Thiago y Pedro. Aún así, el gol, como no podía ser de otra manera, lo gestó Iniesta con un centro que cabeceó Piqué al fondo a la red.