La película empieza como todo en Los Ángeles: en la autopista. Aquí es donde Sebastian conoce a Mia, gracias a un desdeñoso claxon en medio de un atasco, que refleja a la perfección el estancamiento de sus respectivas vidas.
Una joven familia recibe la visita de fantasmas en su propia casa. Al principio las apariciones parecen amistosas, mueven objetos en la casa, lo que divierte a sus ocupantes.