No es necesario realizar un minucioso estudio para comprobar a primera vista que a lo largo de la historia todo el funcionamiento de los procesos sociales ha sido cíclico. Estos se han alternado constantemente, por distintos motivos y en función a variadas circunstancias , que a su vez, han marcado la duración de uno u otro ciclo.
Cuando profundizamos en el análisis de los últimos fundamentos de la naturaleza, que están permanentemente impresos en nuestra propia esencia, la propia existencia, lo que llamamos “Naturaleza”, no es otra cosa que la confrontación constante de fuerzas, y en la preminencia de una sobre la otra es donde apreciamos el cambio. A todo ello le llamamos “Vida”. ¿Cómo podemos decir que un árbol está vivo si no comprobamos los cambios de hojas, flores, frutos o fases de formas, colores o texturas distintas?. De una piedra decimos que está “Muerta” porque no se produce –por lo menos ante nuestra mirada- cambio alguno. La propia electricidad no es otra cosa que una confrontación constante de polos, positivo y negativo, y en las distintas intensidades medimos la potencia. No se puede explicar la noche sin el día, o el calor sin el frio, o a Dios sin el Diablo. Si apreciamos fases de contracción de los grupos sociales –como ahora comienza a producirse- es porque apreciamos y medimos otras fases de expansión e interrelación.
Desde mediados de 1.800 en adelante se produjo una expansión del comercio fácilmente apreciable en cantidad y calidad, todo ello duró hasta 1.931, fecha en que se aprecia la contracción y retraimiento del entonces mayor imperio, el Británico, así como de los propios EU, lo cual dio lugar a los peores efectos de la gran depresión y llevó a la Segunda guerra mundial.
Terminada la anterior, se inició un clarísimo ciclo expansivo, con el plan Marshall como iniciador y claro exponente, que potenció como nunca el aumento del comercio a nivel planetario. Con una globalización permanente que llevó a la caída del mayor imperio en esa fecha (1.989) el Soviético, que se vio obligado a derribar el Muro de Berlín porque no aguantó la presión exterior y sus habitantes ya no pudieron vivir aislados. La intercomunicación cultural llevó a una red mundial (Internet) que propició el conocimiento permanente y en tiempo real de cualquier idea, proyecto o pensamiento. Las barreras fueron todas derribadas excepto en partes de China, Y solo dos estados completos, Corea del Norte y Cuba. Precisamente por cortes en la red o declarando imposible su uso.
Ahora, en 2.016 con el Brexit, o las elecciones americanas, así como la pérdida de las consultas tanto en Colombia como en Italia, se aprecia claramente un cambio de ciclo. Todo parece indicar que volvemos a 1.931 y el mayor imperio de este momento, el Americano, dice retraerse y encerrarse en sí mismo. Parece que no quiere la colaboración en la NATO, o en tratados comerciales globales, y que va a luchar desde su propia posición por alcanzar en solitario –igual que los Ingleses- el hacer de nuevo “Grande a América”. No hace falta ser un gran estudioso para saber que esa actitud solo puede llevar a la confrontación. Unos grupos sociales se plegarán y dirán “Vale, lo que tú digas”, pero otros no aceptarán esa imposición y de forma directa o indirecta se opondrán. Ya solo quedará llamarles al orden y llegado el caso…Infligirles dolor para doblegar su voluntad. A esto vulgarmente se le llama…Guerra.
Decimos que Trump no hace trampas, porque, o de forma consciente, o jugando a esa baza por si acaso, no es que él propicie o traiga esas nuevas formas de pensar, no, en absoluto, lo que ha ocurrido es que ha acertado de plano en el hecho de que las fuerzas sociales comienzan a cambiar y desean el desarrollo de otro ciclo, el contractivo, y él se ha apuntado a ese carro. Todo parece indicar que la fase expansiva iniciada justo en 1.946 ha llegado a su fin, ha agotado su energía y ya no puede sostenerse. Viene el invierno, la gente quiere ahora frio y nieve, el cual provocará en primavera un nuevo deshielo, más agua en los pantanos y acuíferos y con ella se podrá regar el próximo verano. Pero eso sí, que a nadie le quepa la más mínima duda, el calor del verano y la expansión y la globalización volverán. También de una forma indiscutible…Con muchísima más fuerza. Tanta agua de nieve produzca este nuevo invierno, no nos engañemos, más agua para beber y regar traerá la próxima primavera.
Trump, como los defensores del Brexit -ya veremos en 2.017 en Francia si triunfa Marine Le pen- lo que hacen es apuntarse al nuevo ciclo de la contracción, el retraimiento, la no globalización, la defensa de lo propio, de valores del pasado –repito, del pasado. Ellos nunca son ni serán el futuro, pero he ahí la contradicción, para –sin saberlo- potenciar que vuelva con fuerza el ciclo de la globalización.
No nos queda más remedio –a los defensores a ultranza de la globalización, el comercio, la cultura, en definitiva, de la especie humana en su conjunto- que plegarnos durante un tiempo, hasta que el ciclo cambie. Lo que luchemos de ahora en adelante será en vano. Energías que gastaremos inútilmente. Debemos reservar todas las capacidades para cuando se agoten las fuerzas que ahora comienzan. Pensemos que el ciclo contractivo anterior duró de 1.930 a 1.946. Una miseria en la historia. Y el ciclo expansivo que entonces se inicie puede que alcance todos sus objetivos. Fundamentalmente la creación de una nueva y verdadera ONU con plenos poderes, los cuales le facilitarán acabar con las mayores lacras de la especie humana, el hambre, la guerra, el fanatismo, la soberbia de los pueblos y los estados que se creen –no sé por qué- superiores a los demás. ¡Vaya tontería!.
Nosotros ahora a esperar, ponernos a cubierto y tomar nota de las enormes barbaridades que estos nuevos ciervos, en la inminente berrea, van a cometer.
Tiempo al tiempo.