Durante más de 20 años, el norte de Uganda fue un polvorín en el que fuerzas oficiales y actores no estatales cometieron todo tipo de atropellos que originaron cientos de niños, muchos de ellos fruto de las violaciones que encaran una vida sin identidad ni derechos.
El conflicto afectó de forma especial a las mujeres, abocadas a años de esclavitud al servicio de grupos armados como el Ejército de Resistencia del Señor (LRA, por sus siglas en inglés). Violaciones, explotación sexual o matrimonios forzados son sólo algunos de los abusos sufridos antes de la desmovilización.
La Ley de Amnistía aprobada en Uganda no establece ningún apartado especial que ayude a las mujeres que han vuelto con algún hijo al cargo, de tal forma que reciben la misma asistencia que cualquier otra persona sin descendencia. Esta falta de ayuda les somete a una "revictimización", tanto a ella como a los "niños nacidos de la guerra", según el Proyecto Justicia y Reconciliación (JRP).