Javier Gómez Noya sufrió el miércoles por la tarde mientras se entrenaba en bicicleta en Lugo una “caída tonta, a no más de 15 kilómetros por hora” pero lo suficiente dañina como para romperse el radio del brazo izquierdo.
La fractura, de la que se operó el jueves por la tarde, a poco más de un mes para los Juegos de Río, ha sido el golpe definitivo para este atleta y sus esperanzas olímpicas. No en vano es cinco veces campeón del mundo, a sus 33 años.
“Tengo que lidiar con la cara amarga del deporte”, dice Noya, que no saltará al agua el 20 de agosto en la plaza de Copacabana.