Dicho barullo mental que experimentamos puede que sea el resultado del análisis de los acontecimientos que estamos viviendo y evaluando, y, según nuestro punto de vista…sufriendo.
Todo el mundo habla y escribe acerca de la crisis económica, crisis política, y unos pocos hablan de crisis social. Yo voy a escribir sobre lo que realmente creo que hay, que no es otra cosa que una crisis psicológica. Entendiendo por tal, el desconcierto en el que estamos sumidos por el enorme cambio, de todo tipo, que estamos experimentando respecto a lo que nos han enseñado, y dábamos por válido, y el comprobar que ya no nos sirve para mucho y sentimos como ese mundo se nos va al garete.
Algún autor ya ha escrito aquello de “No hay más cadenas que las que atan nuestras mentes”, y esa, y no otra, creo que es la verdadera situación de desconcierto que estamos viviendo. Puede que nuestra forma de ver y evaluar la vida esté lastrada por una serie de ideas preconcebidas, que quizá funcionaran bien en el pasado, pero es bastante posible que para el mundo que ya ha venido –el de la total globalización- ya no nos sirvan en absoluto. El mundo en el que hemos nacido ha cambiado por completo, eso es un hecho, y ahora debemos realizar un enfoque adecuado para situarnos bien y salir con cierto éxito de este aturdimiento mental.
Muchos nos preguntamos qué es lo que está pasando, cuando hace justo diez años creíamos que vivíamos en el mejor de los mundos posibles, que el progreso sería imparable, que los pisos y casas que acabábamos de comprar a cuatrocientos o quinientos mil euros, seguirían subiendo hasta casi… doblarse.
Más aun, ¿Cómo es posible que cuando el que suscribe y otros muchos, nos sentábamos en el banco empresarial para la negociación y firma de un nuevo convenio laboral, solo pensásemos, y discutíamos entre nosotros sin ser oídos por los representantes sindicales, en la fórmula para oponernos a tres cosas “sagradas” para dichos sindicalistas: Cuanto subían los salarios, cuantos mas días de vacaciones, asuntos propios o de permiso retribuido debíamos conceder, y, cuanto disminuía la jornada laboral. Y, sin embargo, hoy solo se oyen comentarios acerca de cómo se crean puestos de trabajo, cómo se detiene la sangría del desempleo, o de cómo conseguimos salarios mínimos (600 E.) para que la gente no se muera de hambre.
Y toda esta situación nos ha postrado psicológicamente, como impidiéndonos pensar, como transportándonos en un santiamén al peor de los mundos posibles. Es por esto por lo que afirmo que estamos ante una crisis psicológica, y no de cualquier otra índole. Bien es cierto que si no tenemos claras las ideas lo demás irá mal por añadidura.
Lo que hoy nos sucede es que estamos en un shok post traumático. Este viene provocado por la caída de la escalera en la que pretendíamos estar subidos; aún estamos en el suelo, con el cuerpo dolorido, y palpándonos para comprobar posibles roturas de huesos. En ese estado, es normal que estemos aturdidos y pensemos como pensamos. Pero, tranquilos, no debemos pensar durante el aturdimiento, demos tiempo al tiempo, levantémonos con cuidado, comprobemos que no hay nada roto y dejemos por lo menos para dentro de diez minutos el averiguar qué ha fallado, y porqué nos hemos caído de la escalera que parecía tan segura y casi a prueba de terremotos.
Debemos revisar nuestras ideas, analizar nuestra forma de pensar, evaluar de nuevo y en profundidad en qué creemos y sobre todo… qué queremos. Ya sabemos que la clave de la vida que nos ha tocado vivir en este espacio-tiempo no es otra que la ilusión que despleguemos para alcanzar los objetivos que nos hemos trazado. Los viejos objetivos puede que hayan desaparecido, incluso simplemente porque ya los hemos alcanzado, y ahora nos toca tomar decisiones para definir otros.
Una vez que lo tengamos claro, tendremos que realizar un análisis de la realidad económica, social, industrial, de servicios y llevar a cabo una visión de conjunto para visualizar mentalmente cómo vamos a conseguir lo que queremos. Hemos de evaluar los medios, con qué financiación contamos, con qué reversiones de inversión, e incluso pensar en los posibles beneficios –no solo económicos, sino también sociales, educativos, sanitarios- que obtendremos una vez superemos el bache. Lo que no cabe duda alguna es que debemos pensar y evaluar bien nuestra situación porque vamos con un claro objetivo en mente… Alcanzar un cierto éxito en esa empresa planteada.
Creo, sinceramente, que solo así podremos abordar el futuro, y darnos cuenta que estamos ante una profunda crisis de ideas, de valoraciones, de alcances, y sobre todo, de medios intelectuales para alcanzar de forma razonable lo que queremos. Se han caído de un plumazo muchos mitos, ideologías, costumbres enquistadas, e ideas de hace varios siglos. De una cosa debemos estar seguros… Todo eso ya no nos sirve para nada, pero menos aún para situarnos y triunfar en la enorme Aldea Global que ya está aquí.
Y aún así, yo digo que de lo que debemos estar absolutamente seguros, es de que … saldremos adelante.