Por extraño que parezca, el sexo sigue siendo a día de hoy uno de los grandes tabúes de la sociedad actual. En parte es completamente entendible, puesto que pertenece a la más profunda intimidad de cada ser humano, pero también es cierto de que ya va siendo hora de que superemos todas esas trabas que no nos permiten expresarnos de una manera libre y desinhibida, algo que no hay que confundir con el libertinaje. La sexualidad es una parte de nuestra existencia y, aunque nos cueste o no queramos reconocerlo en público, es una parcela muy importante de nuestra vida y más teniendo en cuenta que se trata de una actividad muy placentera.
Otro de los miedos habituales que justifican esa cerrazón es la presión que sentimos por el qué dirán. Al ser seres sociales y vivir en comunidad, necesitamos sentirnos aceptados por el resto y nos coarta el hecho de que los demás miembros de la comunidad puedan juzgarnos por nuestros actos o creencias. Sin embargo, a pesar de que somos seres sociales, la sexualidad es una vivencia muy personal. Cada persona tiene sus propios gustos y no tienen por qué coincidir con los del resto de la comunidad. En lo referido a la sexualidad es necesario que entendamos que debemos vivirla de una manera libre, sin condicionamientos externos, siempre y cuando, nuestras preferencias no se enfrenten ni creen un conflicto con las de aquellas personas con las que compartamos relaciones.
Cuando aparece el término sexualidad, lo primero que pensamos en mantener relaciones sexuales con otra persona, es a lo que podríamos referirnos como lo más normal –si es que el término normal se puede aplicar a un ámbito tan diverso como el de la sexualidad-. Las posibilidades de mantener relaciones sexuales en pareja son muy amplias. Cada pareja debe comunicarse sin tapujos para poder desarrollar una vida sexual plena, no obstante, los condicionantes sociales y otros personales, como la timidez, dificultan el desarrollo de una vida sexual plena.
Cuesta mucho hablar con otras personas sobre esta cuestión, pero se trata de una práctica muy habitual en el común de la población. No precisa de otras personas y cada uno puede descubrir y explorar su propio cuerpo de manera que sepa qué cosas son las que más le gustan y qué cosas le provocan más placer.
El juego y la complicidad son fundamentales para mantener viva la llama de la pasión en las parejas. Los juguetes eróticos, los disfraces y los juegos de roles pueden ser la mejor terapia para una pareja que no atraviesa su mejor momento.
Aquellos que lo deseen disponen en internet de chats eróticos como amateur.tv en el que se ofrecen espectáculos en directo. Los usuarios pueden comunicarse con aquellas personas que se muestran y emiten su contenido y pueden solicitar aquello que quieran, pero será decisión del emisor acceder a esas peticiones o no.
En muchas ciudades, sobre todo las más pobladas, existen locales de intercambios de pareja. Muchas personas se sorprenderían de la popularidad de la que gozan. Realizar intercambios de parejas es una opción como otra cualquiera siempre que los dos miembros de la pareja estén de acuerdo en realizarlos.