Si se quedaba estaba obligado a darle la mano a un negro y felicitarle como cuádruple campeón olímpico. Como vemos, ni el mismo Führer, con toda su aureola de valor invencible, pudo tragarse este sapo, y ante su impotencia tuvo que salir… Corriendo.
En aquellos fantásticos cursos de mediadores se nos enseñó que la Razón existe, que no es una entelequia a merced de la opinión, y que además es más duradera que cualquier otra fuerza. El primero que observa que no tiene Razón es el propio individuo que sostiene una idea y choca con la realidad, y además, conoce su error aún con más profundidad. Claro que, igual que cualquier niño, lo que hace es seguir manteniendo formalmente su postura porque cree que es un rasgo de debilidad rectificar. También desconoce que “es de sabios rectificar”, porque el que rectifica es el único que tiene valor para seguir avanzando pese a descubrir que ayer estaba equivocado.
Si alguna ventaja importante va a traer el conflicto desatado por los seguidores de Trump, y por él como líder, es la enorme Clarificación que va a producir en estos momentos históricos en el planeta Tierra. Y además, por primera vez en la historia, en todos los pueblos y ciudades, porque dados los niveles de comunicación, llegarán sus efectos hasta los más pequeños rincones de la profunda África o de la extensa Centro-Asia. Debemos estar de acuerdo, ya lo dicen todos los intelectuales y lo leemos cada día en los mejores periodistas, que en estos momentos, respecto a las opiniones y criterios defendidos, si algo reina sin oposición es: Una gran confusión. Igual se defiende con la misma pasión y argumentando con la máxima profundidad lo Blanco que lo Negro. Lo Alto que lo Bajo. Lo Lúcido como lo Oscuro. Constantemente oímos defender hasta la extenuación lo Uno como su Contrario.
No es que Trump y los suyos clarifiquen, no, ellos son una de las peores fuentes de intoxicación y oscurantismo. ¿Cómo pueden decir abiertamente que solo van a defender lo suyo? ¿Cómo pueden defender que un niño que dice que solo valen sus juguetes puede ser algo bueno? El problema es que su familia y unos amigos dependientes le dan la razón y dicen, Sí, el niño tiene derecho a defender que solo valen sus juguetes y los de los demás niños no valen. Todos sabemos que lo que debemos hacer es arriesgarnos a que en principio el niño nos rechace y diga que no nos quiere, pero hemos de educarle que lo que de verdad debe hacer, porque ya está totalmente contrastado que es la auténtica verdad de la vida: “Que ese niño debe compartir sus juguetes con los demás niños, y ellos con él. Que puede que unos sean más caros, pero no por ello son mejores, porque lo importante es que los niños aprendan a compartir y a convivir. Y que ese, y no otro, es el fin de jugar y aprender para cuando sean adultos”.
No es que Trump aporte algo bueno para entender mejor las cosas, no, lo que va a suceder es que al desatar el conflicto, este nos demostrará que la principal ley del Conflicto, la de los Acumuladores de Dolor, o ley de la Conducción, se va a plasmar sin ningún género de dudas.
¿Qué por qué? Porque cuando este acarree importantes dolores, se hace necesario analizar si debemos mantener nuestra posición y seguir luchando por nuestras ideas –como le sucedió a Hitler-. Sucederá que cuando ya no aguantemos más, digamos basta, y reconozcamos que estábamos equivocados. Porque cuando lloramos al lado del cadáver de nuestro hermano, de nuestro padre, y peor aún ante el de nuestro hijo, es cuando nos preguntamos qué narices estamos haciendo. Y los fantasmas de la Duda surgen veloces. Es el dolor el que clarifica nuestra mente y nos dice, ante las atrocidades que contemplamos, que puede que no tenga sentido lo que estamos defendiendo con tanto ardor. Que si de verdad existe algún Dios, pues que se manifieste, o que él mismo luche por que le adoren sus devotos. O si alguna ideología es la correcta, pues que se aplique por sí misma, porque puede que nosotros ya no estemos dispuestos a ver morir por ella a ningún ser querido más.
El conflicto siempre trae de su mano una gran clarificación. Un ejemplo es que en la actual sociedad española se sigue enfangando la política con el color de la bandera o las notas del himno nacional. ¿Si de verdad estuviésemos ante una trinchera y enterrásemos a la mitad de nuestros mejores amigos –hablo de ambos bandos- de verdad sería tan importante seguir disputando el color de un trapo? ¿Alguien sostendría que deberían morir por esa idea la otra mitad de nuestros amigos, o nosotros mismos? Absurdo, absurdo.
El conflicto nos va a clarificar que lo importante es que convivamos como lo que somos, como una única Especie. Que lo importante es que estemos alimentados adecuadamente. Que propiciemos y alcancemos la mejor formación posible. Que acentuemos nuestros afectos, que fundemos familias felices, que saquemos adelante a nuestros vástagos con la mejor educación y formación técnica. En fin, que vivamos como adultos que conviven y buscan mundos mejores para todos en los que agrandar nuestra humanidad, y se dejen de ser niños o adolescentes, que prefieren discutir sobre… El Sexo de los Ángeles, aunque ello les lleve a la destrucción y la muerte.
Sí, no cabe duda, el conflicto que Trump va a desatar nos clarificará muchas cosas.
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