El delirio que suponen independentismos, soberanismos y secesionismos solo responde a un proyecto organizado y dirigido por ciertos individuos vinculados a la política para saciar ambiciones personales y de paso mantenerse en el poder, olvidando que en un mundo globalizado no tiene cabida la fragmentación.
Convendría recordar que fue el ex presidente de la Generalidad, Arturo Mas, quien manifestó en el "Financial Times" que Cataluña no estaba preparada para la "independencia real" por carecer de control sobre el territorio, el sistema judicial o la recaudación fiscal, y tal declaración en el prestigioso diario inglés representa una seria llamada a la cordura.
Esperemos que tras el clamor expresado por españoles y catalanes, no pretendan nuestros políticos adjudicarse el mérito de haber golpeado la demencia del independentismo ni adornarse con medallas a cuenta de una de las manifestaciones de rebelión cívica más emocionantes de nuestra democracia.
Tampoco se puede negar que la actuación par parte de ciertos bancos y grandes empresas catalanas ha colaborado en desmontar la gran patraña fundacional sobre la que se basa el proyecto golpista, unido a la negativa consideración de que goza el "bono basura" catalán sin acceso alguno a los mercados.
Esperemos que Rajoy al menos tenga el pudor de reconocer que su mantra de que "el tiempo lo cura todo", de clara y nefasta inspiración arriolana, como igualmente los Puigdemont, Junqueras y Forcadell, si tienen la pretensión de adjudicarse algún mérito, pase por presentar sus respectivas dimisiones y cuanto antes mejor. Al parecer, el presidente de la Generalidad, continua amenazando con la declaración de la República Independiente de Cataluña. Algo sobre lo que al parecer existen ciertas dudas tras los últimos acontecimientos.